Cada vez que hablamos de educación sentimos que nos hablan, que tenemos que poder decir algo, contar alguna anécdota, vaticinar algún pronóstico. Y eso es porque la educación trasciende la escuela, el aula, los libros, y nos atraviesa, de distintas maneras, a lo largo de toda nuestra vida, independientemente de los caminos que tomemos.
Todo el tiempo estamos aprendiendo. Todo el tiempo estamos enseñando. No es necesario llevar guardapolvo y escribir con tiza en un pizarrón para educar.
Los caminos que recorrí me mostraron que cuando se emprende se aprende y enseña, que cuando se lidera, se enseña pero mucho más se aprende. Emprender es una oportunidad para aprender y enseñar, transformando el mundo y a uno mismo.
Después de más de 15 años trabajando en Organizaciones, Empresas, Ministerios, Emprendimientos, creo que cada persona es responsable de descubrir cómo aprende mejor, cuál es su mejor dieta cognitiva frente a las automatizaciones. Y también creo que somos un entramado de diversidades, por lo que, conocerlo es potenciar nuestro liderazgo y la innovación en equipos.
La educación es el campo del conocimiento que me conecta con la invención e impacto. Es el denominador común en mi vida profesional pero es también, quien despertó pasiones y deseos genuinos que son motor de creatividad, algo difícil de ser generado por una IA.
No existe nada más humano que educar porque cuando enseñamos conectamos, acompañamos, compartimos. Me mueve el poder transformador de la educación, que convierte realidades, desarrolla emprendedores, alimenta y enriquece relaciones y formas de liderar y ser protagonistas.
La educación debe diseñar el futuro, no solo adaptarse a las innovaciones tecnológicas, es el punto de llegada como humanidad, pero también la oportunidad de un nuevo punto de inicio para una carrera completamente nueva.